Ratzinger, “Papa de la Verdad”

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El alem?n Joseph Ratzinger (Baviera, 16 de abril de 1927), que a la muerte de Juan Pablo II asumi? el papado con el nombre de Benedicto XVI, lleg? al poder luego de una trayectoria teol?gico-pol?tica iniciada bajo el aggiornamiento del Concilio Vaticano II, en el que despunt? junto a te?logos reformistas como el suizo Hans K?ng (1928-2021) y el tambi?n alem?n Karl Rahner (1904-1984). Al cabo, cambios en su orientaci?n socioteol?gica y giros hacia el lado conservador, sobre todo despu?s de los sucesos de mayo del 68 en Par?s, lo hicieron romper lanzas contra el liberalismo, el ate?smo y el marxismo.

En 1981, Juan Pablo II lo coloc? al frente de la Congregaci?n para la Doctrina de la Fe, nombre que designa a la Inquisici?n establecida en 1542, en pleno apogeo del Renacimiento, con el objetivo de defender a la Iglesia de las herej?as.

Ratzinger, arzobispo de Munich, Alemania, 28 de febrero de 1982. Foto: EFE/EPA/Erk Wirginings.

Ratzinger se concentraba en detectar las “doctrinas no aceptables” –es decir, teol?gica y pol?ticamente incorrectas– hasta acabar castigando, digamos, a te?logos como el propio K?ng y el espa?ol Jon Sobrino (1934). En el primer caso lo apart? de su c?tedra en T?bingen por haber puesto en discusi?n la infalibilidad del Papa; en el segundo, le prohibi? ense?ar y escribir por “subrayar el lado humano y olvidar la faceta divina de Jes?s”. Sin olvidar, desde luego, el proceso contra el sacerdote y te?logo brasile?o Leonardo Boff (1938), en principio condenado y suspendido a divinis por su labor dentro de la Teolog?a de la Liberaci?n.

Las credenciales de Benedicto XVI no contribu?an demasiado a relacionarlo con la verdad (el “Papa de la Verdad”). En todo caso, Ratzinger tuvo la suya propia, la misma de la alta jerarqu?a eclesi?stica conservadora y la de instituciones como el Opus Dei: vigilar y castigar a los desviados, sostener que fuera de la Iglesia no hay salvaci?n, negar el derecho de las mujeres a controlar sus propios cuerpos, estigmatizar a homosexuales, condenar el cond?n como m?todo anticonceptivo y, en el caso cubano, restar legitimidad a las religiones populares de origen africano, a pesar de constituir parte esencial de la identidad nacional.

Conducida por su liderazgo, la Iglesia cat?lica decidi? proteger a la humanidad de su seguro aniquilamiento. Pero no se trataba de la carrera armamentista, ni del calentamiento global, ni del hambre. Persegu?a la homosexualidad y la transexualidad, alteridades “autodestructivas” (un pronunciamiento no solo congruente con el conservadurismo teol?gico y social del prelado alem?n, sino tambi?n con la herencia del polaco, flagelador de pr?cticas sexuales como la homosexualidad y la masturbaci?n). Como se sabe, el prop?sito de “salvar a la humanidad” se sustenta en la creencia de que fuera de la Iglesia no hay salvaci?n.

El sustrato de esta postura ten?a y a?n tiene una base program?tica: la Doctrina Social de la Iglesia, que equipara sexualidad con procreaci?n y por consiguiente descalifica la alteridad en estos dominios. Se a?ade el hecho de no asumir el sexo como fuente de placer en s? mismo, un lastre de los gn?sticos inscrito en piedra en el imaginario vaticano.

El matrimonio heterosexual es la norma ?ltima de su modelo, como lo refirm? un alto prelado en una entrevista en la que consideraba un paradigma a un rector de una universidad espa?ola cuya esposa hab?a tra?do al mundo una cantidad m?s bien b?blica de hijos.

El cuerpo de Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) en la capilla del monasterio Mater Ecclesiae en Ciudad del Vaticano, primero de enero de 2023. Foto: EFE/EPA/Vatican Media Handout.

Este paso no era sino uno m?s en una espiral conservadora visible desde que a Ratzinger lo eligieron para el cargo, aunque no tuviera el carisma de su su predecesor. De eso se trata cuando la Iglesia alude a su misi?n de “preservar al hombre como criatura” y descalifica la nociones de “orientaci?n sexual” e “identidad de g?nero” a contrapelo de las Naciones Unidas.

Pero el sue?o de la raz?n tiene sus trampas. En monasterios y seminarios, como en las c?rceles y el ej?rcito, hay de todo en la vi?a del Se?or porque la diversidad es la norma y al final del d?a el curato vive aqu?, en el Reino de este Mundo. No en balde un arcipreste del siglo XIV, amigo del polvo del camino, el buen yantar y el vino, hab?a concluido que “humanal cosa era el pecar”.

El movimiento de sacerdotes casados es hoy de una fuerza creciente, mientras el celibato se mantiene como un yunque sobre la cabeza del sucesor de Pedro. Tal vez si la Iglesia Cat?lica ejerciera su funci?n pastoral de una manera menos excluyente y definitiva, pudiera disminuir el abuso sexual entre sus huestes y no se viera en la necesidad de esconder o tapar a sacerdotes para evadir el esc?ndalo, algo que Ratzinger hizo de manera reiterada.

Antonio Machado, proveniente de la Espa?a profunda marcada por Ignacio de Loyola y por esas mujeres vestidas de negro que tambi?n aparecen en Lorca, escribi? una vez: “?Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla”.

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