James O’Kelly, el audaz corresponsal de guerra del New York Herald que burl? la vigilancia espa?ola y pudo, a fines de 1872, adentrarse en las monta?as cubanas para entrevistar a Carlos Manuel de C?spedes y a otros l?deres independentistas, es muy conocido por ser tambi?n el autor del libro La tierra del mamb?.
Sin embargo, poco se sabe de su aventurera vida como periodista y pol?tico.
Este hombre tuvo un destino peculiar, novelesco si nos atenemos a su intensa existencia, no exenta de sucesos a veces casi inveros?miles. Protagoniz? o fue testigo de acontecimientos relevantes en la segunda mitad del siglo XIX, cuando las potencias occidentales continuaban empe?adas en mantener sojuzgadas a sus colonias.
Dotado de las cualidades especiales que debe poseer un corresponsal de guerra, march? detr?s de la noticia por las praderas estadounidenses, los desiertos ?rabes y los bosques cubanos.
Naci? en Dubl?n, en 1845. Su padre, el herrero John O’Kelly, fue un hombre famoso por su fuerza f?sica. Se cuenta que era capaz de doblar una barra de hierro con sus manos. La familia proven?a de Roscommon en Irlanda, y se dedic? a la industria de carruajes de carga, negocio en el que prosper? r?pidamente. Tambi?n arrendaba varias viviendas de su propiedad.
La madre influy? en la inclinaci?n de James por el arte. Un t?o materno del futuro corresponsal fue el escultor John Lawlor. Siendo muy peque?o, nuestro personaje se inici? en el estudio de la escultura bajo la tutela de este pariente, en Londres.
James, por reclamos del padre, regres? a Dubl?n para dominar el negocio de la familia. Sus hermanos m?s j?venes tambi?n eran artistas: Aloysius, Charles y Stephen. El que m?s se destac? fue el primero. Con el paso del tiempo Charles caus? la repulsa de las autoridades brit?nicas debido a un busto que model? de O’Connell, el c?lebre luchador independentista irland?s.
O’Kelly tuvo una hermana nombrada Julia que contrajo matrimonio con un connotado combatiente anticolonialista: Charles Hopper. Durante su infancia ocurri? la llamada “Gran Hambruna”, suceso que marc? la historia de Irlanda y del futuro del corresponsal.
Si bien en las primeras d?cadas del siglo XIX las hambrunas resultaban frecuentes, ninguna tuvo la magnitud de la de 1847. Comenz? dos a?os antes, cuando una plaga en la papa, base alimentaria del pueblo irland?s, provoc? una p?rdida de 9 millones de libras esterlinas en la cosecha.
Se iniciaba un decrecimiento en el cultivo que toc? fondo en 1847. Se calcula que entre 1845 y 1848 fallecieron 1 225 mil irlandeses. S?mese a esta cifra abrumadora la estampida de miles de inmigrantes hacia Canad?, Inglaterra y Estados Unidos, fundamentalmente.
El conspirador
O’Kelly, en fecha tan temprana como 1858, abraz? la causa separatista de su pueblo. Y dos a?os m?s tarde, junto a su amigo y condisc?pulo John Devoy, se sumaba a la Hermandad Feniana, movimiento nacionalista revolucionario que luchaba por liberar a Irlanda del dominio de Gran Breta?a y proclamar una rep?blica independiente irlandesa. Esta organizaci?n fue fundada en 1857 en Francia por John Mahony, Michael Doheny y James Stephens.
En Irlanda en aquellos tiempos los grandes propietarios de tierras de nacionalidad inglesa gozaban de grandes privilegios. Explotaban a las masas de campesinos y el plusvalor que obten?an era capitalizado en la metr?poli, sin beneficio para los irlandeses.
Tales condiciones eran caldo de cultivo para la rebeld?a y las emigraciones masivas. Pero volvamos al hogar de O’Kelly. En 1861 falleci? su padre. Fue un duro golpe para la familia que, luego de vender todas las propiedades, se traslad? a Londres, donde James continu? sus estudios, por poco tiempo, bajo la tutela del t?o escultor. En la Universidad “sufre por el delito de ser irland?s el mismo desprecio que los anglosajones le infieren a los nativos de las colonias”.
En 1862 reorganiz? y dirigi? al movimiento feniano en la capital del imperio brit?nico. Buscando experiencia militar, sin dejar de conspirar, se alist? en las filas de los London Irish Volunterers, aunque no soport? el mando de la oficialidad y dej? enseguida el cuerpo paramilitar.
Luego form? parte de la Legi?n Extranjera francesa en 1863 y sirvi? en Argelia. Este per?odo es muy controvertido en su trayectoria porque, adem?s, particip? en la intervenci?n gala a M?xico.
?Solo los m?viles de adquirir experiencia combativa lo motivaron a enrolarse en dos ej?rcitos colonialistas?
As? lo han asegurado Fernando Ortiz y otros bi?grafos del autor de La tierra del mamb?. Consideramos que no es desacertado inferir que el esp?ritu aventurero, rom?ntico, de O’Kelly, al cual podemos a?adir el aspecto econ?mico –recordar que hab?a quedado sin recursos despu?s de la muerte del padre– influy? en su participaci?n en aquellas campa?as.
En M?xico fue herido y capturado en el mes de junio de 1866 por las huestes que dirig?a el general Corrales.
Los fusilamientos estaban a la orden del d?a. Al emperador Maximiliano lo ejecutaron. Pero el periodista irland?s estaba destinado a sobrevivir a aquel desastre.
Escap? de la c?rcel y, luego de vencer m?ltiples peligros lleg? a Estados Unidos. De all? viaj? a Irlanda para sumarse a una rebeli?n que comenzar?a el 5 de marzo de 1867. El coronel John Kelly tendr?a a su cargo la conducci?n del levantamiento armado. Una tormenta de nieve que dur? 12 d?as, delaciones y m?todos incorrectos de direcci?n, llevaron al fracaso a la acci?n revolucionaria.
En la sedici?n murieron 24 personas y luego fueron ejecutas otras tres. Adem?s, las autoridades detuvieron a los principales l?deres y a combatientes de fila. Sin embargo, no todo result? negativo. El proceso judicial abierto para condenar a los fenianos dio publicidad al movimiento y sensibiliz? a la opini?n p?blica internacional –y en especial a la brit?nica– sobre la grave situaci?n en que viv?a el pueblo irland?s.
Inglaterra tuvo que hacer algunas concesiones. Una de ellas fue el Acta del voto secreto (1870) mediante la cual una parte considerable del campesinado irland?s pudo asistir a los comicios sin el temor de sufrir represalias de manos de los terratenientes. Tambi?n en ese a?o se firm? el Acta de la tierra, que permit?a algunas garant?as legales contra los desalojos. Sin embargo, la realidad fue que el estado de cosas no cambi?.
Mientras esto ocurr?a estall? la guerra franco-prusiana.
Los cat?licos irlandeses manifiestan sus simpat?as por Francia, enviando un cuerpo de ambulancias bajo el mando del doctor Constantino J. MacGuire. Nuestro James J. O’Kelly, sin embargo, quiere que vaya un regimiento de combate y acude a Par?s para realizar su anhelo.
Apenas Francia comenz? a sentir la debilidad de su ej?rcito frente a los embates de Moltke, aprob? el plan de O’Kelly a quien, como coronel, se le confi? la dif?cil misi?n de trasladarse enseguida a su patria nativa y reclutar secretamente a j?venes irlandeses para formar una brigada de voluntarios bajo las banderas napole?nicas.
Acept? O’Kelly el encargo, fuese a su tierra y comenz? a desempe?arlo, pero la ca?da de Sed?n y del imperio de Napole?n II acab? con su trabajo.
Estuvo breve tiempo en acciones clandestinas a favor de la independencia de Irlanda en Londres, donde acopi? armas. Y en 1871, con el nombre falso de John Smith, se traslad? a Estados Unidos para continuar conspirando. A pesar de la estratagema, un agente brit?nico logr? revisar su equipaje y se apoder? de cartas comprometedoras. En una de ellas, O’Kelly se refer?a a un giro de $21 000 que hicieron desde Estados Unidos. Y aseguraba: “Estamos listos para tomar el campo de batalla cuando las ?rdenes sean dadas”.
En esa fecha, ya era miembro relevante del Clan na Gael. En tanto, se inici? como periodista del New York Herald.
Comparti? la redacci?n con su hermano Aloysius, quien adem?s de actuar como reportero escrib?a cr?tica de arte.
Carrera period?stica mete?rica
Enseguida lo designaron editorialista y luego integrante del comit? director de la publicaci?n. Fue entonces cuando se vincul? con Cuba. El editor del Herald, James Gordon Bennett, le encarg? viajar a la isla a fines de 1872.
Luego de permanecer unas seis semanas en Cuba, –parte de ellas prisionero de los espa?oles y con un pie en el pared?n–, el gobierno republicano que ostentaba el poder en Espa?a orden? la libertad de O’Kelly. Estuvo un breve tiempo en Gibraltar; suficiente para concebir un plan audaz: apoderarse de aquella porci?n de tierra que Inglaterra hab?a arrebatado a Madrid y devolverla a los espa?oles.
Pens? que con 200 combatientes irlandeses la proeza era posible. Comunic? el proyecto a C?novas del Castillo, presidente del Consejo de Ministros de Alfonso XII, pero este rechaz? la propuesta; la cual consideraba poco razonable porque, dada la superioridad naval de Inglaterra, era dif?cil mantener la posici?n luego de arrebat?rsela a Londres.
En Estados Unidos, O’Kelly disfrut? de la celebridad alcanzada por sus reportajes acerca del conflicto hispano-cubano y las peligrosas aventuras que protagoniz? en aquella contienda. Sin embargo, los cantos de sirena con que fue recibido no pudieron adormecer su inquieto esp?ritu. Tres a?os m?s tarde se enrol? como corresponsal de guerra en una expedici?n militar contra el pueblo ind?gena sioux, h?biles guerreros conocidos como Pieles Rojas, sublevados bajo la direcci?n de Sitting Bull (Toro Sentado).
El ej?rcito estadounidense hab?a desatado una ofensiva para apoderarse de yacimientos minerales en las Colinas Negras. Este despliegue militar fue derrotado por Toro Sentado, junto con Caballo Loco, en la batalla del Rosebud.
O’Kelly galop? en las filas del s?ptimo regimiento de caballer?a comandado por el general Custer por la regi?n de las Colinas Negras durante la operaci?n de castigo que organiz? el gobierno estadounidense.
Estas aventuras period?sticas no hicieron que olvidara los pesares que sufr?a el pueblo irland?s.
El prestigio del que gozaba entre sus compatriotas le permiti? influir positivamente en ellos para lograr su unidad frente a la opresi?n inglesa. Es de destacar su contribuci?n a la creaci?n de una coalici?n integrada por las dos tendencias pol?ticas m?s sobresalientes, los autonomistas, dirigidos por Parnell y los separatistas del Clan na Gael que comandaba el poeta John O’Leary.
El pol?tico
En la d?cada de 1870 el abogado conservador Isaac Butt fund? un movimiento llamado Liga de la Autonom?a. Luego de su fallecimiento, William Shaw y el joven y radical terrateniente protestante Charles Stewart Parnell convirtieron la Liga en Partido Parlamentario Irland?s. Esta organizaci?n pronto constituy? una dominante fuerza pol?tica que super? a representantes de los partidos Liberales, Conservadores y Unionistas.
O’Kelly, en agosto de 1877, se hallaba en Par?s. All? ocurri? un suceso que cambi? el rumbo de su vida: conoci? a Parnell. Ambos sostuvieron varias reuniones a las que tambi?n asisti? John O’Leary. La personalidad del abogado dej? profunda impresi?n en los dos fenianos. Decidieron respaldarlo.
En marzo de 1878 Parnell, acompa?ado del constitucionalista Frank Hugh O’Donnell, tuvo un encuentro O’Kelly y otros dos l?deres fenianos O’Leary y William Carrolli. El segundo viaj? desde Filadelfia hasta Londres, era presidente del ejecutivo del Clan na Gael, para el encuentro. Las intervenciones del periodista fueron decisivas para el buen entendimiento entre las dos tendencias.
En ese a?o Michael Davitt, un feniano que acababa de salir de la c?rcel, donde hab?a cumplido una condena de siete a?os y siete meses, organizaba con ?xito la Liga de la Tierra, que ten?a como lema “La Tierra para el Pueblo”. Entre los meses de abril y junio de 1879 Parnell logr? una alianza con ?l y Devoy.
As?, su prestigio entre las diferentes tendencias pol?ticas irlandesas continuaba consolid?ndose.
Cumpliendo una orden del Clan na Gael, O’Kelly hab?a regresado a Irlanda con la misi?n de contribuir a la organizaci?n de una sublevaci?n de sus compatriotas prevista para el a?o siguiente. Se calculaba que la miseria se agudizar?a como consecuencia de una gran hambruna pronosticada por los revolucionarios. Y el estallido social ser?a propicio. Sin embargo, el mal anunciado no lleg? a l?mites insoportables y el descontento popular no fue el esperado. Entonces O’Kelly devolvi? el dinero que le hab?an dado.
Como aun no era el momento propicio para un levantamiento armado, se impuso la tendencia autonomista que pretend?a obtener beneficios para el pueblo irland?s desde los esca?os parlamentarios. En esa esfera, O’Kelly pudo abrirse una exitosa carrera gracias a sus dotes de orador, cultura y capacidad para la pol?mica. Enseguida fue elegido miembro de la C?mara de los Comunes.
A partir de entonces fue uno de los hombres m?s ?tiles a Parnell, quien le ten?a gran estima y lo consideraba su amigo. Result? muy valiosa su colaboraci?n en 1881, cuando qued? aprobado el plan para el establecimiento de la Liga Nacional Irlandesa.
En ese a?o, para aliviar las tensiones que se viv?an en Irlanda, William Ewart Gladstone, primer ministro de Gran Breta?a, aprob? una ley agraria mediante la cual los agricultores arrendatarios tendr?an m?s derechos sobre la tierra que cultivaban. Los cambios pol?ticos crearon expectativas en el pueblo. Y disminuy? la emigraci?n.
Sin embargo, Parnell, quien en las elecciones del a?o anterior hab?a apoyado al l?der liberal brit?nico, pas? a la oposici?n de este porque la ley no satisfac?a las demandas de los nacionalistas.
Orient? boicotear la d?bil reforma para que fuera llevada a los tribunales y as? tener la posibilidad de transformarla. O’Kelly lo secund? con firmeza.
El clima de tensi?n era insostenible para Londres. Ante el peligro de otra revuelta nacionalista, las autoridades londinenses detuvieron a los l?deres de la Liga. El primero en ser llevado a la c?rcel de Kilmainham, en Dubl?n, fue Parnell, el 13 de octubre de 1881. Luego le siguieron los diputados O’Kelly, M. M. Sexton, Quinn y Dillon, junto con O’Bryen, editor del United Ireland, vocero de la Liga.
Pero los ?nimos no se enfriaron. En la c?rcel continuaron conspirando. All? O’Kelly demostr? una vez m?s la independencia de criterios, aunque estos estuvieran en discrepancia con los de Parnell, quien proclam? entonces la consigna de “No rent”, en la que ped?a a los campesinos irlandeses que no pagaran las rentas que deb?an a los terratenientes. Se trataba de un golpe demoledor al r?gimen feudal reinante. O’Kelly se opuso porque comprendi? que la medida no tendr?a un t?rmino feliz debido al poder?o de la Iglesia Cat?lica, instituci?n que no brindar?a respaldo a la proclama. Todo result? como preve?a.
Mientras James guardaba prisi?n, su hermano Aloysius trabajaba como ilustrador de la prensa londinense y reflejaba en sus dibujos el tenso acontecer pol?tico de Irlanda. A Parnell manos amigas le hicieron llegar un juego de llaves de la c?rcel, con ello su vida fue m?s confortable puesto que por las noches pod?a dar paseos. Estas llaves las regal? a O’Kelly cuando obtuvieron la libertad y el periodista, orgulloso, las mostraba cual reliquia.
La violencia que provoc? la proclama hizo que Gladstone firmara con Parnell el Tratado de Kilmainham. Mediante ?l los cautivos fueron liberados el martes 2 de mayo, de 1882, despu?s de comprometerse en cesar la violencia. La actitud de O’Kelly y sus compa?eros tuvo su repercusi?n. Forster, secretario para Irlanda, renunci? a su cargo.
Sin dudas sus planes no hab?an obtenido el resultado esperado.
El regreso fue todo un acontecimiento en el Parlamento y la aureola de O’Kelly alcanzaba otro ?xito en las altas esferas del poder y entre sus compatriotas. Su constante preocupaci?n por la mejor?a de su pueblo no impidi? que estuviera dispuesto a divulgar las luchas de liberaci?n de otros pa?ses.
As? lo evidencia su incorporaci?n, en diciembre de 1883 y durante seis meses, a las tropas insurrectas del Mahd?, que combat?an en el desierto sudan?s contra el ej?rcito de Inglaterra. Los testimonios del nuevo episodio quedaron plasmados en las p?ginas del Daily News de Londres, del cual fue corresponsal en aquella epopeya.
Transcurr?a el a?o de 1885. O’Kelly se enfrasc? en un nuevo plan para liberar a Irlanda de los brit?nicos. Esta vez busc? a Rusia como aliada. Pero finalmente Mosc? no cumpli? su palabra de trasladar al contingente armado de irlandeses que el periodista organiz? en Estados Unidos para invadir Irlanda.
En las elecciones de noviembre, O’Kelly result? otra vez elegido como diputado por Roscommon del Norte. O’Kelly fue un hombre de principios, leal a sus amigos, aunque ello lo perjudicara. As? lo demostr? cuando Parnell cay? en desgracia por sus relaciones amorosas con la esposa del Capit?n William O’Shea.
Muchos le abandonaron, entre ellos T. P. O’Connor, William O’Brien y John Dillon. Una campa?a medi?tica en la que influy? la iglesia cat?lica romana con el fin de desacreditarlo, apabull? a la opini?n p?blica.
Perdi? entonces su liderazgo. El autor de La tierra del mamb? y su viejo camarada de luchas John Devoy continuaron al lado de Parnell, que falleci? el 6 de octubre de 1891.
La muerte del l?der parlamentario, figura relevante a quien se le llam? “rey sin corona”, aceler? la divisi?n entre sus camaradas. O’Kelly, que continu? fiel a su legado, perdi? su puesto en el Parlamento en las elecciones de 1892. Sin embargo, tres a?os m?s tarde lo recuper?. Igual sucedi? en los comicios que siguieron hasta su muerte, en los que logr? su esca?o por unanimidad, tal era el prestigio del viejo luchador.
O’Kelly sigui? cumpliendo con sus funciones de diputado a pesar de la semipar?lisis que lo obligaba a acudir al Parlamento en una silla de ruedas. En 1916 Gran Breta?a estaba enfrascada en la Primera Guerra Mundial.
Mientras sus ej?rcitos combat?an a las potencias enemigas un nuevo frente se abr?a en el coraz?n de su inmenso imperio colonial.
El lunes de Pascua, 24 de abril, el Irish Citizen Army y los Voluntarios Irlandeses ocuparon en Dubl?n la Oficina Central de Correos, s?mbolo del poder brit?nico en aquella ciudad. De inmediato se constituy? un Gobierno Provisional, encabezado por el poeta Patrick Pearse y fue proclamada la Rep?blica Irlandesa. Las autoridades inglesas reprimieron con extrema violencia el levantamiento, actitud que provoc? una repulsa general y la incorporaci?n de las masas al Partido de la Independencia Nacional.
Tal vez lo ocurrido fue demasiado para la quebrantada salud de James O’kelly, quien falleci? el 22 de diciembre de ese a?o convulso.
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