Bicicletear es un estilo de vida

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A los 6 a?os aprend? a montar bicicleta. Lo hice en una bicicleta destartalada, la ?nica que hab?a en el barrio. Con esa aprendimos todos. Ni siquiera recuerdo qui?n era el due?o. Nos tir?bamos por una loma en la Zona 9 de Alamar. Hab?a que frenar con los pies antes de llegar abajo para evitar el choque de un carro. En aquel tiempo, para nosotros los ni?os cualquier bicicleta era lo m?ximo; por vieja, oxidada o descentrada que estuviera. Nos ?bamos sin permiso por la ciclov?a hasta el paradero de Alamar. Para muchos adultos en los 90 andar en bicicleta era una necesidad; para nosotros era simplemente divertido, pura adrenalina.

Cualquier bicicleta era lo m?ximo. Foto: Jorge Ricardo.

Creo que el Per?odo Especial fue el peor momento para el transporte; pero moverse durante la pandemia fue duro. En ese momento, despu?s de m?s de diecis?is a?os sin bicicleta propia, me compr? un chivo de ruta del a?o 94. Una reliquia familiar que lleg? a mis manos para cambiarme la perspectiva. Es una japonesa 27 1 1/4 . Est? pintada de amarillo, con brocha, de forma muy chapucera; pero no he querido lijarla porque la despojar?a de parte de su historia. Aunque tiene toda la t?cnica modernizada, por su aspecto no habr? quien se la robe. He ido compr?ndole piezas poco a poco, unas nuevas y otras usadas. Me gusta su pinta friki porque se parece a m?, y lo mejor es que rueda en talla.

Me gusta su pinta friki. Foto: Jorge Ricardo.

Desde que ando en bicicleta por toda La Habana, he tomado conciencia de muchas cosas y lo que, en principio fue solo necesidad, se ha vuelto un modo de vida. Ahora me molestan m?s el humo y el ruido de los carros y me doy cuenta de lo poco cordiales que son la mayor?a de los choferes. En bicicleta no solo se ahorra dinero y tiempo; tambi?n se aprende a disfrutar el trayecto, sin la desesperaci?n por llegar al destino. Es uno de los ejercicios m?s saludables y solo necesito la energ?a de mi cuerpo, m?s confiable que la gasolina y la electricidad. Cuando hacer entrar una bicicleta en tu vida, tambi?n se refuerzan la responsabilidad, la disciplina y la paciencia. Desarmarla para darle mantenimiento de vez en cuando, para algunos, se convierte en un ritual.

El amigo Ramiro Zardoya le da mantenimiento a su bicicleta en compa??a del gato. Foto: Jorge Ricardo.

Antes, para divertirme, prefer?a los conciertos y las fiestas multitudinarias. Ahora, adem?s, me gustan las excursiones en bicicleta. En esta forma de diversi?n no se toma ni se fuma, o se hace muy poco; pero se viven cosas extraordinarias. De todas, la bicicletada m?s emocionante fue la del Mariel. 45 kil?metros de ida por la Autopista y 52 de vuelta por la Carretera Panamericana. Por el camino de ida se siente bien salir de la ciudad, el cambio de aire entre Boyeros y la Autopista, pasar por la presa de La Coronela, ver el atardecer, llegar a Sayas y cargar las alforjas con mangos maduros. Al otro d?a, de regreso por la costa, se disfruta el chapuz?n en la playa de El Salado, descansar unos minutos en el puente del Rio Guajaib?n, tomar guarapo al lado del Ranch?n de Playa Baracoa, comer pan con lech?n en Santa F?, y llegar a casa cansado; pero con una adrenalina parecida a la de aquellos primeros a?os de bicicleta, cuando bajaba la loma de la Zona 9.

Excursiones en bicicleta. Foto: Jorge Ricardo.

A pesar de que se han hecho esfuerzos por fomentar el amor por la bicicleta y contribuir a una cultura de respeto al ciclista por parte de los que andan en carros, falta much?simo. Aun cuando tenemos un ciclob?s que nos cruza el t?nel de la bah?a y reci?n inauguraron un servicio de renta de bicicletas en Boyeros y la Cujae, no es suficiente. Muchos estudiantes no pueden pagar el alquiler. A los empe?os estatales se suman las ganas de grupos de entusiastas como Citykleta, Ha’Bici, Chivo, Velo Cuba, Ruta Bikes y otros emprendimientos que sue?an una Habana llena de bicicletas.

La bicicleta es para mucha gente, y para m? a estas alturas, una pasi?n. Como soy fot?grafo, me detengo a examinar las caras, los cuerpos y las bicicletas. Cada uno va arregl?ndolas y personaliz?ndolas como le gusta. A veces se convierte en una extensi?n de la persona. Va congi?ndosele cari?o a ese pedazo de hierro. Hay quien ama su h?brida Specialized Sirrus 2.0, su Flying Pigion modernizada, su Giant LIV de ruta, su cl?sica Bianchi celeste, su Fixie con freno de masa, su Trek X-Caliber 1×12, o su Ni?gara con cestica vintage que reparti? Correos de Cuba a los carteros. Yo amo mi japonesa mal pintada y un d?a de estos me la voy a tatuar en el brazo.

Bicicleta en la Plaza Vieja, La Habana. Foto: Jorge Ricardo.

Muchos de los que andamos en bici, no solo la reconocemos como un medio de transporte, sino tambi?n como soporte identitario, como medio de expresi?n cultural y respeto a la naturaleza. De lo m?s lindo que me ha pasado en esta etapa de ciclista reflexivo, es haber participado en experiencias art?sticas que tienen como centro la bicicleta. Recuerdo de forma especial la creaci?n de un mural en la Villa Panamericana en el que participaron los artistas Cabra, Moya, Zardoya, Pikyai y Sekou, todos amantes de las bicicletas. Aunque el piquete suele juntarse para hacer murales en muchos sitios, esta vez fueron impulsados por la documentalista estadounidense Mitra Elena, quien rodaba un documental sobre las bicicletas en Cuba que podremos ver en un futuro cercano.

Mural dedicado a la bicicleta en la Villa Panamericana. Foto: Jorge Ricardo.

Hay quien anda en bici con la misma ropa de montarse en un carro. Pero hay otros locos, entre los que me incluyo, que se visten y se preparan como para una cita con el faster de su vida. Llevo mochila con c?mara de repuesto, una bomba de aire, un pomito con grasa, un estuche con siete llaves, tuercas, arandelas y ponches fr?os. No me puede faltar un pomo de agua, casco de ciclista, chaleco fosforescente y luces, por si me coge la noche. Adem?s, llevo una bocina peque?a para ir escuchando Metallica, Isaac Delgado o Benny Mor?. Me pongo gafas. Lo m?s emocionante de ir con pinta de ciclista es que otros que se parecen a ti te saludan como si pertenecieras a su familia.

Selfie con Ramiro Zardoya, otro apasionado de la biciclceta. Foto: Jorge Ricardo.

Lo de ciclista lo llevo en la sangre. Todav?a recuerdo cuando mi pap? nos llevaba a mi mam? embarazada de mi hermano y a m? hasta El Golfito. Uno de mis mayores sue?os es hacer un viaje por Cuba en bicicleta, desde la Punta de Mais? hasta el Cabo de San Antonio. Sue?o ese viaje con mi peque?a familia: mi esposa y los dos ni?os. En unos a?os el grande ser? ya adolescente, el chiquito aprender? a montar y, con suerte, tambi?n aprender? su madre, que lleva treinta y cuatro a?os posponiendo el momento. Me gustar?a que a ese viaje de familia fuera sum?ndose gente para llenar la carretera de bicicletas.

La bicicleta, tradici?n familiar. Foto: Jorge Ricardo.

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